En los últimos meses, los productores agropecuarios comenzaron a hablar de un fenómeno novedoso en la región: el “achaparramiento del maíz”. Otros, directamente lo sintieron en las cosechas de maíces tardíos, donde las mermas en los rindes llegaron a superar el 50% o fueron totales. Si bien por ahora no se ha detectado al insecto que genera este problema, en las vísperas de una nueva campaña, crece la incertidumbre.
¿Qué es el “achaparramiento del maíz”? ¿Qué insecto lo causa? ¿Por qué se comenzó a hablar de este fenómeno en la zona? ¿Cuánto influye el clima? Nuevo Día dialogó con el ingeniero agrónomo Hernán Gassmann sobre cómo afectó esta enfermedad del maíz en la zona y de qué manera se preparan los productores para lo que viene.
El “achaparramiento del maíz” es una enfermedad endémica de provincias del Norte argentino que ataca al cultivo de ese cereal afectando la producción de sus granos. Esta enfermedad es causada por cuatro patógenos, que son transmitidos por un insecto vector conocido como chicharrita, cuyo nombre científico es Dalbulus maidis.
“Es similar a lo que pasa con el dengue y el mosquito: el insecto solo transmite la enfermedad si se alimenta de una planta enferma, y luego la pasa a una planta sana”, grafica Gassmann. Y agrega: “Este insecto es típico del Norte del país. Necesita elevadas temperaturas para su desarrollo y se alimenta solamente de plantas de maíz. Cuando el insecto “pica” una planta enferma, se contamina de un virus -o complejo de virus- y Mollicutes -una especie de bacteria- que provocan la enfermedad en el maíz. Su principal daño consiste en tapar los haces vasculares de la planta”.
El clima, aliado del problema
Por lo general, en la región el maíz se siembra entre septiembre y octubre (maíces tempranos) o bien, cerca de fin año (maíces tardíos). Estas particularidades de la siembra no son menores si se tiene en cuenta la incidencia de las condiciones climáticas de cada temporada en el desarrollo de enfermedades de las plantas.
El año pasado, el clima ocupó un rol relevante ante el fenómeno del “achaparramiento del maíz”, promoviendo condiciones para que el insecto llegara a esta región y desarrollara la enfermedad entre los campos con siembras tardías de este cereal.
En 2023, las siembras tempranas no fueron afectadas por la chicharrita, mientras que los maíces sembrados después del 20 de diciembre mostraron síntomas y pérdidas de producción.
El ingeniero agrónomo analiza lo sucedido: “Como la población del insecto se va multiplicando y bajando desde el Norte hasta nuestra zona, normalmente no llega en cantidad suficiente como para hacer daño en las siembras tempranas. Hasta la campaña pasada, no había llegado nunca en número suficiente para dañar nuestros maíces tardíos. Lo que pasó fue que hubo un invierno muy benigno en el Centro y Norte de Argentina. Esto provocó que las chicharritas no murieran por el frío y tuvieran abundante comida, es decir el maíz que nace voluntario después de la cosecha. En particular, ese invierno no se heló”.
Para Gassmann, en la última campaña de maíz “se dio una condición anormal de cantidad de insectos y de su alimento para que proliferara como nunca y llegara hasta nuestra zona o incluso más al sur, provocando daños nunca vistos”.

Efecto “chicharrita”
Este tipo de insectos en los cultivos de maíz puede generar consecuencias desastrosas en los rindes. En el diálogo con Gassmann, aparecen ideas clave en ese sentido: según la época en que se infecta la planta, el daño puede tener un impacto muy fuerte.
“En las primeras etapas del cultivo, el daño será mayor, llegando a casi no producir granos la planta. Si ocurre más tarde, disminuirán el peso y el número de granos, provocando menor rendimiento”, explica el especialista.
Por eso, más allá de no ser una enfermedad típica del Sudeste cordobés, el “achaparramiento del maíz” ya comenzó a formar parte de la agenda de los agricultores de la zona.
Esta enfermedad del maíz ¿se trata de algo nuevo o ya venía sucediendo?
HG: La irrupción de este insecto portando la enfermedad en niveles tan altos, fue algo totalmente nuevo para nuestra región. Si bien en el Norte de nuestro país -como en Salta, Chaco o incluso Santiago del Estero- ya hubo años con ataques importantes de este patógeno, el nivel de su desarrollo en la campaña pasada fue muy alto, y nunca había bajado hasta estas latitudes.
¿Qué tan grave resultó, en cuanto a rindes, en los campos de la región?
HG: En nuestra zona, se pudieron constatar mermas de rendimiento en maíces tardíos entre el 50% y el 60%. O sea, maíces que hubieran podido rendir 100 quintales terminaron dando 40 ó 50 quintales por hectárea. Al norte de Noetinger, por ejemplo, hubo pérdidas de rinde mayores, de un 70% o más. En campos ganaderos, con siembras más extremas como las de enero, los daños también fueron totales. En esos lotes, no hubo cosecha alguna.



Daño causado por chicharrita en planta y espigas de maíces sembrados en la zona.
La próxima campaña de maíz
“Incertidumbre”, esa es la palabra que resume lo que siente la mayoría de los productores ante la próxima siembra de maíz. Ese concepto irá desvaneciéndose a medida que lleguen las lluvias, fundamentales para comenzar a sembrar. Por ahora, según Gassmann, aparecen dos datos positivos: las bajas temperaturas del pasado invierno y la ausencia de chicharrita en los últimos monitoreos.
¿Cómo viene el cultivo del maíz en Leones y la región?
HG: En nuestra zona, podríamos decir que al 20 de septiembre la siembra prácticamente no comenzó. Hubo muy poca en los primeros días del mes debido a una escasa lluvia de fines de agosto, pero por el momento el año viene muy seco. Se espera que haya alguna lluvia importante para comenzar con la mayor parte de la siembra.
¿Qué expectativa genera, entonces, la futura cosecha de este cereal?
HG: Por el momento, hay solo incertidumbre. Como esta plaga es nueva, no se sabe si puede sobrevivir aquí en el invierno y, en caso de que lo haga, si puede subir tanto su población e infectarse para provocar daño nuevamente. Por ahora, debido al invierno tan frío que tuvimos y la gran sequía, no existen plantas de maíz de las cuales se alimenten las chicharritas que puedan sobrevivir.
Esto llevó a que, seguramente por precaución, baje la intención de siembra de este cereal. Hay productores que desistieron de sembrarlo, otros están expectantes a que haya más información y algunos están dispuestos a sembrar como siempre.
En base a esta situación, ¿qué medidas se pueden tomar?
HG: Lo primero es informarse con especialistas de zonas en donde esta enfermedad está presente todos los años. También hay instituciones dedicándose a generar nueva información.
Con el problema que hubo, se implementó una red de monitoreo de la chicharrita por parte de organismos como el INTA, la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA) y universidades. Según esos estudios, por el momento, no se encuentran insectos vivos en las trampas de monitoreo en nuestra zona. Sí, en cambio, en lugares endémicos como el Norte argentino.
¿Y en cuanto a los granos a sembrar?
HG: La resistencia genética, eligiendo materiales que no se enfermen, prácticamente no existe para el tipo de maíz templado que se siembra en nuestra zona. Los controles químicos del insecto que provoca este problema son muy erráticos y deben ser variados y secuenciales. Además, resultan poco efectivos y muy costosos.
¿Cómo se espera que influya el clima en la nueva campaña?
HG: Lo que nos beneficia en esta campaña es la gran cantidad de heladas que tuvimos desde mayo. El mes de julio se presentó con heladas muy fuertes también. Debido a eso, no se encuentran ese tipo de insectos en la red de trampas establecidas en la región.
Solo el paso de esta campaña despejará las dudas de qué puede pasar con la chicharrita y su efecto en el maíz, tras lo sucedido con las que llegaron a nuestras latitudes por primera vez meses atrás. A priori, con las heladas importantes que tuvimos, se espera poca incidencia de esta plaga en nuestra zona.
Fotos: gentileza Gassman.