“Nuestro objetivo para 2024 es homologar el gancho Leo-Cor, sacar la licencia de configuración de modelo del tráiler y seguir apostando por esta industria”, afirma Diego Rosso, socio-gerente de Leo-Cor desde fines de 2017.
La empresa especializada en carretones, acoplados y tráileres cumplió 65 años en mayo pasado. Cada día, 18 trabajadores ponen en movimiento a esta histórica fábrica que desde hace seis décadas funciona sobre la Ruta nacional 9, en el kilómetro 463.
El 1º de mayo de 1959, 7 socios crearon Talleres Metalúrgicos Leo-Cor SRL. Ellos fueron Mafalia Bressa de Canavesio, Elena Giovanoli, Héctor Giovanoli, Zovillio Ramazzotti, Celestino Canavesio, Santiago Reale y Mateo Rosso.
La firma comenzó produciendo remolques, cisternas para tanques transporte, ruedas, frenos y enganches. En la década de 1970 se convirtió en una referente de la producción de carretones, unidades con capacidad de carga útil entre 40 y 100 toneladas.



Más allá del paso del tiempo y de los avances tecnológicos, Leo-Cor sigue conservando la impronta familiar. En la actualidad, Diego Rosso es acompañado por su esposa Gabriela y sus hijos Martina y Mateo en la gestión de diferentes áreas como la logística, la venta, el diseño de rotulaciones y la comunicación, entre otros trámites.
Sus principales líneas son tráileres, acoplados carretones viales y agrícolas, carretones agrícolas y viales, carretones y unidades especiales.
Cada año, la fábrica produce 25 unidades en promedio. “Una unidad, la más simple y chica, lleva de 25 a 30 días de fabricación. Todo es manual, artesanal”, explica Rosso. Y si bien la firma no exporta, sus productos son comercializados en todo el país.
“Leo-Cor no negocia calidad, es una de nuestras diferencias. Nos dedicamos a desarrollar y fabricar productos de acuerdo a la necesidad de cada cliente, respetando las normativas de Vialidad Nacional”, asegura el ingeniero agrónomo a cargo de la firma.
Tal es así que, en un año de producción, las unidades son diferentes, no hay fabricación en serie, por lo que no se realizan más de dos modelos iguales en un mismo periodo.

Capacidad de adaptación
Al repasar la línea de tiempo de la fábrica, aparece un denominador común: la capacidad de adaptación de la empresa a diferentes momentos del país para dar respuestas a las necesidades del transporte de cargas.
Así, por ejemplo, hacia 1978 su especialización en carretones se debió a la llegada de grandes equipos y maquinarias destinadas a la obra pública. Esas cargas requerían de condiciones específicas para su traslado, acordes con las reglamentaciones de Vialidad, por lo que Leo-Cor vio una oportunidad para producir ese tipo de unidades.
A sus carretones, la empresa les aplicó una suspensión hidroneumática y un sistema semidireccional en el tercer y cuarto eje del tren rodante trasero, una innovación que resultó fundamental para dar respuestas a nuevos desafíos.
Unos años antes, hacia 1964, la firma ya había desarrollado una novedad que fue clave para sus productos: el tercer eje en los chasis camiones. Esta particularidad comenzó a aplicarse en el transporte de mercadería perecedera y, según aseguran desde la empresa leonense, se trató de un hecho inédito y exitoso a nivel nacional.



Entre radares y cohetes
Otro de los hitos de la firma fue la provisión de remolques y semirremolques a empresas del Estado nacional para trasladar radares y hasta un cohete.
El primer desafío llegó en 2010, cuando INVAP, dedicada a sistemas tecnológicos complejos, le encargó un remolque para el traslado de radares, con la condición de poder reducir sus volúmenes para ser transportados en un avión Hércules.
Los pedidos se repitieron en 2012 y 2013, en este último caso para el traslado de contenedores de 40 pies. A su vez, la empresa local produjo dos tráileres para el transporte de equipos de refrigeración destinados a los radares.
En 2014, Leo-Cor le proveyó a la empresa pública-privada CONUAR acoplados especiales bajos para trasladar barras de uranio agotadas a desarme y hormigonado.
Sin embargo, una de las creaciones más relevantes tuvo lugar en 2011, cuando desde la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) le confiaron la construcción de un semirremolque para el lanzamiento del cohete Tronador II.

“El proyecto surgió a partir de un llamado del laboratorio que hacía las homologaciones en La Plata. Arrancó simplemente como el pedido de un carretón, pero luego fue creciendo, tras varias reuniones en La Plata y después en CONAE”, cuenta Damián Rosso, hermano de Diego, quien se desempeñaba en Leo-Cor por esos años.
La unidad fabricada en Leones debía tener un equipamiento hidráulico especial, con cilindros telescópicos, para elevar y ubicar en posición vertical la torre del lanzador.
“La plataforma con la “cuna” que realizamos permitía posar todos los cuerpos del cohete arriba para su traslado. Esa misma “cuna” servía como plataforma elevadora –explica Damián- Es decir que el carretón, a través de su parte trasera, se anclaba en la base de lanzamiento y su propio sistema paraba al cohete, dejándolo en posición vertical. Cuando lo lanzaban, se inclinaba unos grados”.



Presente y futuro
Tras seis décadas de producción e innovación, Leo-Cor sigue fabricando para una vasta cartera de clientes de distintas regiones, entre los que se destacan Grúas Billia, de San Juan; Grúas Bienczack, de Córdoba; y Transporte Murray, de Río Cuarto.
Estas empresas emplean las unidades fabricadas en Leones para trasladar grandes volúmenes, que van desde materiales del sector minero o premoldeados de la reconocida firma cordobesa Astori hasta cargas agrícolas.



A pesar de la crisis del país, Leo-Cor sigue trabajando con normalidad y no ha reducido su personal. “Tuvimos y tenemos trabajo, estamos agradecidos por eso”, aseguran. Desde 2021, la fábrica también funciona como taller de modificación y reparación de unidades propias y de terceros con homologación nacional.
En esos procesos resulta clave la capacidad de sus operarios. Muchos de ellos aprendieron el oficio desde hace tiempo, como el caso de Ismael Ciciliani, ya jubilado.
“Parte de los diseños de Leo-Cor fueron hechos por él y luego adaptados. Le gustaba lo que hacía y lo dibujaba en papel. Hoy, varios de esos planos siguen vigentes pero en formato para la computadora, en Autocad”, cuentan desde la gerencia de Leo-Cor.
Sin embargo, al ser consultados sobre la formación de nuevos operarios para la industria metalmecánica de la región, desde la empresa advierten un diagnóstico revelador: “Falta mano de obra calificada. No hay operarios, no hay formación adecuada en escuelas secundarias ni los suficientes talleres para la capacitación de personal calificado”.
El testimonio de una de las industrias emblemáticas del Sudeste cordobés deja abierta una oportunidad para las próximas generaciones que, al igual que esos operarios del siglo XX, pueden volcar sus talentos en las futuras producciones de Leo-Cor.
Fotos: Nuevo Día y archivo Leo-Cor.