A sus 22 años, es una de las promesas del karate local. En diálogo con Nuevo Día, el alumno de la Escuela Miyazato de Karate-Do de Leones nos comentó diversos aspectos de este arte marcial, que van más allá de los golpes o de los movimientos del cuerpo.
A lo largo de nuestra charla con Lorenzo Bravi, 3 datos claves aparecieron en su recorrido por el karate: el color verde, su vocación por enseñar y el desafío de entender a esta práctica como un camino hacia el autoconocimiento.
“En nuestra escuela, cada clase es una oportunidad para forjar carácter y formar personas íntegras, no solo practicantes de un arte marcial”, dijo el joven desde el dojo ubicado en la Sociedad Italiana de Leones.

El cinturón verde: un antes y un después
“Puede resultar un poco raro, pero al principio no me gustaba karate, y de hecho tuvieron que pasar un par de años”, comenzó advirtiendo Lorenzo. Y continuó: “Yo iba con un sólo objetivo: llegar a cinturón negro y ahí decidir si me gustaba o no. No podía tomar la decisión de abandonar sin siquiera haber visto lo que en realidad era el karate”.
Y menos mal que la paciencia se impuso al tiempo, porque al cabo de algunos meses el leonense encontró una nueva vocación que, con los años, derivó en una carrera universitaria.
“Comencé a practicar en marzo de 2019. Siempre me encantó la idea de “aprender a pelear” como a cualquier niño o adolescente. Al ver un flyer cuando volvía de la escuela noté que había abierto una escuelita de karate muy cerca de mi casa. Al principio lo ignoré, pero el flyer seguía estando ahí, en el mismo lugar, así que un día me animé y me anoté para probar”, recordó.
A medida que fue avanzando, hubo un momento que significó una bisagra en su carrera: “Cuando estaba por rendir el cinturón verde algo hizo clic en mí. ¡Claro! Cómo iba a mejorar y notar avances si sólo iba 2 veces por semana, no había posibilidad de ganarle ni a una mosca. Así que me puse a entrenar 6 veces por semana: de lunes a sábados, una hora y media por día. Ahí me enamoré del karate y descubrí las cosas que podía hacer”.
¿Quién influyó para que comenzaras a practicar este arte marcial?
LB: Nadie me influyó para comenzar karate, pero el karate sí me influyó para construir mi vida. A través de él aprendí lo que era entrenar duro, descubrí otros gustos y me incentivó a estudiar el Profesorado de Educación Física.
Después de este proceso de 6 años, ¿cómo venís atravesando 2025? ¿Cuál es tu meta?
LB: El año pasado, rendí para cinturón negro segundo dan, aún me quedan otros 2 años para rendir el tercer dan. Mi actual objetivo es terminar mis estudios para seguir profundizando más en este arte marcial.

Seguramente, tuviste la oportunidad de participar en eventos y conocer a karatecas de otras localidades. ¿Cómo ves el karate en la región? ¿En qué se podría mejorar?
LB: El karate en la zona apenas está comenzando. Tiene mucho potencial, y siempre se puede mejorar. Seguramente, en años venideros, lo hará en todos sus aspectos.
Vocación por aprender y enseñar
Lorenzo Bravi es cinturón negro segundo dan. En 2023, obtuvo el Diplomado en la Enseñanza de Karate-Do. Este recorrido formativo despertó en él su interés por seguir estudiando, de allí que actualmente se encuentra cursando el tercer año del Profesorado de Educación Física en el Instituto Superior de Educación Física Bell (ISEF), de Bell Ville. Además, trabaja como preparador físico.
¿Quiénes te guían en tu formación?
LB: Mis mayores referentes son mi hanshi (maestro de maestros), Masatoshi Miyazato; mi sensei (maestro), Mariano Montedoro, una de las razones por las que decidí estudiar para enseñar; y quien nosotros conocemos como senpai (hermano mayor), mi instructor Alejandro Montemartini, quien todos estos años siempre estuvo a mi lado.

¿Cómo va el entrenamiento?
LB: Ha ido mermando. Se acercan épocas de exámenes en el profesorado, festividades, eventos y el trabajo, así que en estos tiempos se entrena lo suficiente para poder mantenerse al día.
Sos uno de los jóvenes karatecas más avanzados en Leones, ¿te gustaría ser instructor y continuar con la escuela local?
LB: Sí, por supuesto, cuento con una Diplomatura en la Enseñanza de Karate-Do Miyazato. Me encantaría el día de mañana tener mi propio dojo y continuar trasmitiendo lo que me enseñaron, hoy en día ya es parte de mí.
En ese sentido, ¿cuál es tu sueño a nivel deportivo?
LB: A nivel deportivo, no tengo grandes metas o sueños. Este estilo de karate no se concibe como tal, sino como un arte marcial. Es decir, dentro de muchas cosas, no compito con alguien más sino contra mí mismo. Más bien, sueño con no dejar de encontrarme nunca con cosas nuevas por aprender y poder transmitirlas de la mejor manera a mis alumnos, porque mi vocación es enseñar.

Camino hacia uno mismo
“El karate es un camino lleno de aprendizajes, donde el cuerpo se transforma en la herramienta para conocerse a sí mismo, ponerse a prueba y crecer en todos los aspectos del día a día. Pero claro, para que algo te cambie, primero tenés que dejarlo entrar a tu vida”, reflexionó Lorenzo al ser consultado por este medio sobre qué es el karate para él, según su experiencia en estos años.
En un mundo violento, donde los jóvenes son atravesados por guerras o tiroteos en las escuelas, el karateca leonense se despidió con una última reflexión: “La mayor ventaja del karate-do es que trasciende el simple hecho de aprender a defenderse. Es un camino que nos invita a ser honestos, honrados, respetuosos, esforzados y justos, poniendo siempre la razón por encima de la fuerza”.
Fotografías: Nuevo Día.